Educación y Futuro - Convicción Transformadora

miércoles, noviembre 01, 2006

A cargo de todo y de nada

Seguramente todos nosotros conservamos en el recuerdo la figura del o los profesores jefes con quienes convivimos durante toda nuestra enseñanza básica y media. Sin lugar a dudas, es una de las figuras de mayor relevancia en las escuelas y liceos de nuestro país y por tanto, fundamentales frente a la posibilidad de realizar cualquier tipo de cambio al interior de las mismas.

Lagas han sido las horas de conversación con un grupo de ellos, durante los últimos meses, en busca de conocer y escuchar de qué se sienten a cargo, sus impresiones del momento que estamos viviendo y el sentido que tiene para ellos su rol en, el marco de la estructura que se dan las escuelas.

Paradójico y sorprendente resulta escucharlos, pero antes de señalar mi reflexión quiero compartir con ustedes el sentido de la frase “a cargo de”. Cuando hago la pregunta a los profesores: ¿a cargo de qué se sienten?, estoy explorando el sentido que tiene para ellos su rol como “profesor jefe”, la interpretación que ellos articulan respecto a sus responsabilidades, las tareas y propósitos que tienen con un curso. A “cargo”, para mi denota una acción de compromiso, es decir, estoy a cargo de algo cuando me comprometo con otro u otros a lograr ciertos propósitos vinculado con sus preocupaciones o expectativas.

Ser profesor jefe denota una alta responsabilidad de acuerdo a lo que ellos señalan desde la analogía: “somos como las mamá o papá de los alumnos”. Nos hacemos cargo de todo, fundamentalmente de su afectividad, situación familiar e incluso de su situación social, tratamos de sacar adelante el curso, de su disciplina y de defenderlo (de los demás profesores), junto con toda la cuestión administrativa, libro de clases, sus notas, los informes y atención a los apoderados, entre otras casas. Se trata un cargo para el cual no nos hemos preparado en ninguna parte, nadie nos enseña a ser profesor jefe, pero es casi parte del ser profesor, te dan un curso y ya. No hay mayor cuestionamiento.

Desde aquí podríamos intuir entonces, la presencia de propósitos o resultados asociados a este rol, en la perspectiva de compromisos que el profesor jefe tiene que cumplir con alguien, pero si seguimos indagando, descubriremos que esto no es así.

La noción de ser profesor jefe, si bien señala hacerse cargo, esta construida desde un sentido común de compromiso que valora las buenas intenciones, el esfuerzo, la vocación por sobre el resultado, es decir, puede que no alcancemos los objetivos, pero le pusimos todo el empeño y esfuerzo posible por lograrlo. Mejorar el rendimiento, la conducta, preocuparse por lo afectivo y social, a la larga, no da cuenta de los objetivos o resultados que el profesor define y compromete con alguien. Las habilidades que los alumnos debieran alcanzar en cada nivel, asociadas a las distintas disciplinas que el plan curricular contempla, son responsabilidad del profesor de cada asignatura. Aquellas habilidades de carácter más transversal, son responsabilidad de todos, es decir, de nadie.

Los profesores de asignatura del curso del cual un profesor jefe se hace cargo, no aparecen como sus principales colaboradores. Desconocen los objetivos o propósitos que estos tienen con el curso y se relacionan fundamentalmente a partir de situaciones que se salen de lo común y “a la pasada” cuando se topan entre los cambios de horas o recreos. Señalan en algunas entrevistas: “cuando hay algún problema nos acercamos a preguntar que ocurrió como por ejemplo, demasiadas notas rojas en una prueba, algún profesor se acerca a contar algún problema que tuvo con el curso o reclamar por como se comportan en su clase”. La palabra jefe asociada a su rol, no es visualizada como jefe de un equipo de personas que están trabajando juntos por alcanzar algún propósito común. Se sienten jefes de los alumnos.

Existe cierto pudor con la nominación de jefe, sobre todo cuando se visualizan como jefes de sus propios “colegas”. No esta a la mano para ellos el poder comprometer, evaluar o reclamarle a otro profesor como parte de su equipo cuando se siente insatisfecho con el trabajo que esta realizando con su curso. No es posible evaluar a un colega, cómo me voy a meter en su clase o asignatura, señalan al ver que los profesores de asignatura podrían ser su equipo, por tanto, ser profesor jefe es ser jefe de un equipo de profesores, ser jefe de un colega.

Lo anterior hace que sea una sorpresa cuando se les revela el hecho de que no conocen los objetivos, que los profesores de asignatura tienen con el grupo de alumnos del cual se declaran a cargo de todo. Igual cosa ocurre cuando se ven desde el rol de profesor de asignatura, al reconocer que no conocen los propósitos que tiene cada profesor jefe con el curso a los cuales le hacen clases y que nunca conversan respecto a sí los objetivos de la asignatura están sintonizados con los objetivos generales que tiene el profesor jefe, si es que los hay.

De esta manera se da la paradoja de estar a cargo de todo, pero a su vez, a cargo de nada. No hay promesas de resultados con otro u otros para un periodo determinado de tiempo (semestre o año), respecto de los aprendizajes y cultivo de nuevas habilidades en los alumnos. El profesor jefe no tiene promesas con nadie y los profesores de asignatura no tiene promesas o compromisos con el profesor jefe, Para quien trabajan o quien trababa para quien, no se sabe.

Desde la experiencia de ser alumno de pedagogía, lo antes señalado no reviste mayor sorpresa ya que en ninguna de las instancias o etapas de la formación de un profesor en la cual lo formen como profesor jefe, más aún, no hay ninguna instancia en la cual nos preparen para trabajar y liderar equipos, vivir la experiencia de ser responsables por producir resultados, al contrario, vivimos sumergidos en un discurso que da cuenta o ve la educación como un proceso muy complejo, sujeto a multiples variables, en donde intervienen muchos actores, los profesores, la familia, la sociedad, etc, etc, etc, lo que hace que al fin y al cabo no sea posible asegurar resultados más allá de la verdadera intención de lograr que todos los alumnos pasen de curso, mejoren sus notas y conducta u otro tipo de objetivo del mismo tipo.


Cambiar esta noción de la educación, el rol del profesor jefe y cultivar nuevas habilidades en los profesores que les permita liderar y prometer resultados, estoy seguro que nos da la posibilidad de producir verdaderas transformaciones en las escuelas y en el sistema educacional que sin duda afectarán positivamente la calidad de los resultados que hasta ahora hemos conseguido. Es en esta dirección nos encontramos trabajando en el Colegio Alberto Blest Gana y El Encuentro, es decir, posesionar al profesor jefe como responsable de los resultados de su curso,, jefe de un equipo de profesores (no de los alumnos) y poner al resto de las instancias del colegio como soporte de ellos.